viernes, mayo 30, 2008

Maruja Clemente

Maruja Clemente (Clemente con mayúscula, si no parecería el título de una película de Almodóvar) es el nombre de mi madre, fallecida entre el 28 y 29 de septiembre de 2007. Realmente falleció a las 23:30 del 28, pero intentamos hacer ver que fue el 29 para no coincidir con el cumpleaños de su hermana segunda Isabel (ella era la mayor de 4 hermanos). 2007 fue un año muy duro para nuestra familia, un mes antes había fallecido Javier, el hermano tercero y otra persona extraordinaria sobre la que espero escribir otro día. Mi tío Miguel, fenomenal como todos sus hermanos, ha comentado que han quedado los 'más sosos'.


Ahora quisiera decir algo acerca de mi madre, tarea muy difícil sobre alguien a quien se quiere y se ha querido tanto. Lo primero es que, como toda madre que se precie, no era nada objetiva respecto a sus hijos. En cualquier conversación con un desconocido (casi siempre desconocida) sacaba a colación la maravilla de hijos que tenía. Tengo una anécdota divertida al respecto, un día al volver de la peluquería me dijo muy sorprendida que había conocido a una señora mayor que le había dicho que tenía un hijo presidente del Valencia, otro dueño de una azulejera muy importante y otro dueño de Mercadona (seguro que la que había empezado a presumir de hijos fue mi madre). Pero es posible? Me preguntó. Sí, mamá, le dije, has coincidido con la madre de los Roig. Por esta vez, incluso mi madre hubo de reconocer que le habían ganado en hijos.


Vivir para sus 4 hijos ha sido la tarea fundamental en vida de mi madre, supongo que en la vida de todas las madres. En este caso concreto mi hermano Javier (sobre el que seguro que escribiré otro día) ha sido el más importante. Javier es minusválido psíquico y lógicamente vivió al lado de mi madre siempre (tenía casi 55 años cuando ella murió). Para mi madre fue como tener siempre un niño de unos 6 años al lado, con todas las desventajas, pero ante todo ventajas que ello supone. Hasta el final se sintió (lo era) muy necesaria y estoy seguro de que su vida ha sido muy plena en ese sentido. Yo creo que consiguió que todos nos sintiéramos su hijo predilecto. Javier porque lo era sin duda, Víctor el mayor porque quien da primero da dos veces, Maru por ser la única niña y yo con eso de ser el pequeño y por tanto se supone que el 'mimado'. Sería injusto no decir también que en buena parte vivió para su marido, Víctor. Tuvieron una preciosa relación de 68 años juntos, prácticamente desde el bachillerato hasta su muerte. Como muchas otras relaciones que conozco, tras tantísimos años sin separarse nunca (posiblemente se puedan contar con los dedos de una mano los días que no se vieron en ese tiempo salvando la mili de mi padre y el tiempo de traslado en ciudades distintas al principio) había mucho de lo que discutir pero sobre todo una vida entera en común que hacía que no pudieran vivir uno sin el otro.


La característica más importante de mi madre creo que era su positivismo. Veía la parte buena de todo y todos y cualquier circunstancia era afortunada. Espero haber heredado aunque sea la centésima parte de esa característica. Era el vivo ejemplo de que más que personas con suerte existen personas optimistas. Creo que, en general, la vida reparte más o menos por igual y es nuestra actitud la que ve lo dulce o lo amargo.


Aunque las personas alegres no suelen parecerlo, estoy también convencido de que era bastante inteligente (como anécdota, desde el primer momento sacó puntuaciones de alrededor de 40 años en el famoso Brain training sin necesidad del entrenamiento que anunciaba Amparo Baró; y esto a sus ya 82 años). Por ejemplo estudió magisterio en una época en que desafortunadamente no era normal estudiar para las mujeres, aprobó a la primera las oposiciones de maestra del estado y no dejó de trabajar hasta que se jubiló. Siempre he creído además que nos educaron muy bien (de hecho si no hemos llegado a más es porque no había más de donde sacar), y lo corroboro con los programas de 'super-nanny' donde todos los consejos que dan a los padres son ni más ni menos que lo que los míos hacían de forma normal.


En alguna época llegó a tener 80 niños de párvulos en su escuela y lo gestionaba a la antigua. Cada día todos los niños leían individualmente con ella su trozo de texto, enseñaban su dictado de escritura y hacían sus operaciones de aritmética. Se jactaba de que nunca ningún niño salió de párvulos (ahora se llama preescolar) sin saber leer, escribir y aritmética básica. Incluyo por supuesto a mi hermano Javier. Recordar a mi madre repitiendo con toda la paciencia del mundo 'la eme con la a, ma' a niños muy pequeños me produce toda la ternura del mundo. No limitaba a los más perceptivos, recuerdo que en alguna ocasión llegábamos a recitar los números de 3 en 3 (1, 4, 7, 10, así hasta 100). Hablo de niños de 4 y 5 años.


Otra rasgo de mi madre es que era muy activa, nunca estaba quieta. Creo que esa característica la ha heredado más mi hermano mayor, Víctor, que los otros hijos. Toda esa alegría activa llenaba cualquier casa donde estuviera (sobre todo le gustaba estar en su casa, todo hay que decirlo, no llevaba muy bien el no poder organizarlo todo a su manera). Han pasado muchos meses, pero aún al entrar en la que fue vivienda de mis padres (ahora no vive nadie) veo su presencia por todas partes y casi me parece escucharla y que va a aparecer tras cualquier puerta.


Murió de cáncer, tras una larga lucha de varios años, en los que por momentos todos creíamos que iba a terminar venciendo sobre la enfermedad. No sé si fue por su positivismo, pero desde luego siempre se le veía perfectamente contenta y con ganas de ir a sus misas y a comprar. La misma tarde en que entró en coma irreversible (fue una neumonía, siempre había padecido de ellas y se ve que al estar débil por el cáncer fue decisiva) estuve hablando por teléfono con ella y estaba riéndose con unas amigas que la visitaban en el hospital. De hecho me dijo que se encontraba fenomenalmente y que iba a pedir el alta al día siguiente.


Cuando se vive la muerte tan de cerca se comprenden todas las tensiones que nos produce a los seres humanos. Es difícil encontrar sentido a que una persona tan despierta, tan alegre, en definitiva tan viva, desaparezca de nuestro lado para siempre a las dos horas, dejándonos un vacío inmenso e irreemplazable. Comprendo la religión, el esoterismo y todo lo que se intenta por asumir algo tan duro. Quizás la diferencia fundamental entre un ser humano y otro animal (ahora que se sabe que tan cerca estamos de ellos) sea que nosotros somos los únicos que sabemos que vamos a morir. Creo que delfines, elefantes y monos superiores, aparte de tener consciencia de su existencia comprenden la muerte, pero dudo mucho que sepan que van a morir. Para mi, la muerte sólo tiene el consuelo de la necesaria renovación. Lo puedo resumir diciendo que si mañana aparece la fórmula para la inmortalidad habría que impedir desde ya nuevos nacimientos.


Quiero terminar alegre, como ella era. En los mejores momentos pienso que no sólo nos ha dado una buena educación sino que ha dejado una impronta buena en tantísima gente que la conoció (pasear con ella por el barrio de Zaragoza era recibir saludos cariñosos de todo el mundo: todos habían sido alumnos o padres de alumnos y guardaban un buen recuerdo). Al hilo de esto creo que los mayores cambios que se pueden hacer en la sociedad vienen a base de hacer la vida más agradable a los que tenemos alrededor. Muy pocos pueden ser Teresa de Calcuta, pero todos podemos hacer un poco más felices a los que nos rodean.


Un par de meses antes de su muerte, a finales de Julio, estuve mas de una semana en casa de mis padres. Al vivir en otra Comunidad no pude verlos, sobre todo esos años de enfermedad, todo lo que hubiera querido. Esa semana pude decirle todo lo bueno que opino de ella y también tuve ocasión de oír que mi madre me decía 'a vuestra madre no le habéis dado más que satisfacciones, podéis estar más que orgullosos'. Lo estoy, probablemente sea de lo que más orgulloso esté durante el resto de mi vida. Sólo con esa frase me daría más que recompensado de todas las horas que he podido estar estudiando, trabajando, en definitiva esforzándome entre otras cosas para que mi madre pudiera estar orgullosa de mí.


Amor equivocado

No me refiero a estar enamorado de una persona que no nos corresponde o cuyo amor no nos trae más que quebraderos de cabeza. Siendo duro es habitual y sobrevivimos a ello en general sin problemas. Desde luego hay excepciones a todo, algunas muy terribles. Pero, ¿quién no ha sufrido de esos dolores?.


Quiero referirme a algo más intenso, más destructivo. Es el caso de esos jóvenes adolescentes argentinos que, de repente, descubren que los padres a los que han amado como hijo toda su vida son en realidad los asesinos (directos o indirectos) de sus verdaderos padres y han adoptado, en realidad se han apropiado, de los hijos muy pequeños de sus víctimas lo mismo que se han apropiado de sus enseres.


Siempre he dicho que me daría igual descubrir que soy hijo adoptivo o que alguno de mis padres no es mi ascendente natural. El amor y el cariño por mis padres ha surgido del día a día, de convivir juntos y todo eso nada sabe de los genes que tenemos dentro cada uno. Pero, ¿qué pasa si tus 'padres' te han arrancado de tu familia, de tu entorno, si han sido responsables de la muerte de tus verdaderos progenitores, si han llenado de dolor las vidas de toda tu auténtica familia y todo ello sin más motivo que el hecho de que pensaban distinto?.


Nunca he sabido la respuesta hasta el otro día. En el programa dutifri, Javier Sardá viaja a Buenos Aires y en un momento hace una entrevista a un hombre joven que ha pasado por esa horrible experiencia. Me gustaría haberla grabado, es uno de esos documentos impagables que apetece volver a ver cada cierto tiempo. Me impresionó la serenidad de Juan, el apellido no lo recuerdo. Por cierto, al descubrir su nueva identidad descubrió que era falso no sólo su apellido sino hasta su nombre de pila aparte de ser falsa su familia.


La respuesta en el caso de Juan es que el amor se transforma no ya en odio pero sí en sed de justicia. En su caso ayudó el que su 'padre' nunca lo quiso, por lo que comentó con cierta satisfacción que le habían condenado a 17 años de cárcel. En el caso de su 'madre' hubo absolución y creí ver que tampoco le parecía mal ese resultado. No se dijo abiertamente pero creo que entre esa mujer y Juan hubo casi una relación normal de madre/hijo. No veo capaz a una mujer normal de dejar de sentir un hondo afecto por un niño al que ha criado. Lógicamente el que pertenecía a la Junta militar era su marido y aunque debió tener siempre un sentimiento de culpa por colaborar en algo tan atroz, estoy seguro de que entre ella y Juan surgió con gran intensidad algo que luego se ha vuelto en contra de ellos y que dudo se pueda curar del todo por mucho tiempo que pase, el Amor equivocado.

Celebrar los días

Hace muy poco, el 17 de mayo de 2008, he cumplido un día más como valenciano que como aragonés. Quiero decir que el 16 de mayo el número de días que pasé en Zaragoza (desde que nací) era igual a los que pasé en la Comunidad valenciana desde que vine a trabajar. Y por supuesto me quedé, desafío a cualquiera a que se resista al clima, el saber vivir de la gente y la belleza de las mujeres de esta tierra (de los hombres puedo opinar con menos autoridad).


No es la única 'celebración de días' que he hecho desde que un día se me ocurrió la posibilidad de contarlos. He celebrado mis 10000 días de vida (a los 27 años, cinco meses y pico) y mis 15000 días (a los 41 y unos días) y celebraré DM los 20000 a los casi 55 años e incluso los 30000 a los 82 años si hay suerte. Poca gente ha llegado a los 40000 con ¡109 años!, igual pueden contarse con los dedos de una mano. Es curioso, podemos decir que la vida humana son 10000 días de aprendizaje, 10000 días de madurez y otros 10000 de lento declive. El resto, hasta un máximo de poco más de 10000 pueden considerarse 'de propina' y hay razones para celebrar cada uno de ellos..


Pero hay otras muchas celebraciones de días que pueden hacerse: Dale una agradable sorpresa a tu pareja el día que lleves vivido un día más con ella a tu lado que sin ella (no todo el mundo puede celebrarlo, yo espero llegar este año). Antes ya te habrás ganado un buen abrazo si celebras el día que hayas vivido más tiempo conociéndola que sin conocerla (las dos celebraciones son la misma si el primer día que conociste a tu pareja empezaste a vivir con ella, granuja!). Si has cambiado mucho de pareja seguro que agradece que celebres cuando estés más tiempo con ella que con ninguna anterior. Con tus compañeros de trabajo (muy estable tiene que ser) cuando estés más tiempo desde que empezaste a trabajar en la empresa que antes de ella o si cambias mucho de trabajo cuando estés el mayor tiempo de todas las empresas. A tus hijos, lo mismo, cuando estés más tiempo con ellos en tu vida que antes de que nacieran....


En fin, la cosa es sacar más celebraciones ¡esto de hacer fiesta sólo santo y cumpleaños en todo un año es muy poco!. No hay excusa para no saber calcularlo correctamente. Cualquier hoja de cálculo te suma la fecha de una casilla con los días de otra. Por supuesto que agradeceré muchísimo más ideas de celebrar fechas...